El podcast es cosa de dos: la audiencia y tú… pero la audiencia va primero
Entender que el podcast es cosa de dos es esencial
Cuando comenzamos con nuestro podcast, casi siempre partimos de la base de que el podcast es cosa nuestra. Pensamos que nosotros somos el centro. Y pensamos que todo esto del podcasting es algo que nos pasa a NOSOTROS. Sin embargo, aunque nos cueste verlo, el podcast es cosa de dos. Siempre hay dos partes implicadas: quien habla y quien escucha. Quien emite y quien recibe. El podcast es tan solo un medio para que la comunicación sea posible. Y la comunicación siempre es cosa de dos. Si no hay dos partes y si no hay nada que decir, entonces el podcast no sirve para nada.
La fascinación del wireless
Cuando era pequeño, como apasionado de la comunicación sonora en potencia, me fascinaban los Walkie-talkies. Era mi juguete preferido. Me parecía fasinante que uno pudiera hablar por un aparato y que la voz apareciera en tiempo real en otro aparato. Pero lo mejor de todo es que no había ningún cable que conectara esos dos aparatos. Estamos hablando de los años 80. En ese momento ya existían casi todas las comodidades que tenemos ahora, pero todas tenían cables.
El televisor tenía mando, pero con cable. El teléfono te permitía hablar a largas distancias, pero tenía cable. Todo tenía cables.
Incluso pude hacerme mi propio intercomunicador con dos vasos de yogurt conectados por una cuerda tensada. Pero de nuevo, tenía cables.

El juego de los Walkie-talkies es cosa de dos
Así que, llevado por el entusiasmo de pensar que uno pudiera comunicarse en la distancia, pero sin cables, siempre pedía unos Walkie-talkies.
Mis primeros Walkie-talkies, como casi todo niño español, fueron los Walkie Talkies Combat Communicators International Ref. 4986. La verdad es que el fabricante (¿chino?) no entendía mucho de marketing ni de naming, pero el packaging llamaba mucho la atención.

Efectivamente, estos Walkie-talkies no tardaron mucho en llegar. Siempre venían dos unidades en la caja para que pudieras jugar con tus amigos. Pero al ser de juguete no podía comunicarme mucho más allá de la vuelta de la esquina. Así que llevado por la fascinación de la comunicación, todas las navidades y todos los cumpleaños soñaba con un walkie talkie que fuera mejor, que tuviera más potencia, que fuera más profesional, que llegase más lejos. Pero mis mayores siempre me regalaban la típica pareja de walkie talkie de juguete.
La banda ciudadana era cosa de dos también
Un día encontré en una tienda de electrónica un walkie talkie algo más serio. Tan serio que era como 5 veces más caro que cualquier Walkie-talkie de juguete. Y además, venía solo uno… Tenía una antena muy larga, tres canales y emitía en el estándar de banda ciudadana, lo que me daría la oportunidad de hablar con más personas, personas que estarían más lejos. Quién sabe si podría hablar con personas de otras ciudades sin necesidad del costoso teléfono… Ahorré dinero durante mucho tiempo, ahorré las pagas semanales, el dinero de Navidad, el del cumpleaños. Dejé de ir al cine. Dejé de comprar chucherías… Ahorré durante varios meses hasta que me hice con él.
Durante unos minutos quedé fascinado por las nuevas características que lo hacían completamente diferente del resto de Walkie-talkies que había tenido, pero cuando lo encendí por primera vez me di cuenta de algo: no podía hablar con nadie. Sólo yo tenía un walkie talkie y nadie más tenía otro como modelo igual. Además, me di cuenta de que mi Walkie-talkie emitía en FM, mientras que los usuarios de CB emitían en AM. Estaba aislado. El juego de los Walkie-talkies era cosa de dos. Para que los Walkie-talkies funcionasen hacían falta dos dispositivos, dos personas.
Ese Walkie Talkie que tanto me había costado conseguir no servía de nada. Y el walkie Talkie estuvo ahí guardado en un cajón hasta que un amigo decidió comprarse uno igual. Y entonces fue cuando empezó la diversión. Era un transceptor muy potente y podíamos incluso salir del barrio y continuar con las comunicaciones más allá de lo que estábamos acostumbrados. Y subir a una montaña era lo más, porque podíamos comunicarnos a varios kilómetros de distancia.
El teléfono móvil, como no, también es cosas de dos
Pero con los teléfonos móviles, los celulares, es lo mismo. Piensa en el primer teléfono que tuviste, antes de los smartphones. De qué serviría que solo tú tuvieras un teléfono móvil. Lo divertido es que los demás tengan uno como el tuyo y así os podáis comunicar. De qué serviría si sólo tú tuvieras WhatsApp…

Y por supuesto, el podcast es cosas de dos
Lo que quiero decir con estos ejemplos es que:
La comunicación siempre es cosa de dos, de alguien que emite el mensaje y de alguien que lo recibe.
Y por muy básica que sea la comunicación, la emoción está en la idea de que alguien reciba y entienda un mensaje complejo.
El podcasting es cosas de dos
El podcasting también es cosa de dos. Alguien que hace un contenido impecable y alguien que disfruta con él.
El podcast es cosas de dos: la audiencia y tú
Por tanto debo decirte que aunque seas un podcaster independiente, aunque en primera instancia no le rindas cuentas a nadie, lo cierto es que sí que hay alguien a quien debes cuidar: la audiencia.
Un político dijo: «Después de firmar este acuerdo mis jefes estarán contentos conmigo”. “¿Qué jefes?”, dijo un asistente de la reunión. “Mis votantes”, respondió el político.
Cuando alguien escucha tu podcast automáticamente se le concede el poder de juzgar tu contenido y puede hacerlo no solo escribiendo opiniones en Apple Podcasts, sino dejando de escuchar tus contenidos.
Te debes a tu audiencia, les debes la obligación de hacerlo lo mejor posible.
¿Qué es lo imprescindible en un podcast?... pero de verdad
13 abril, 2021 @ 23:35
[…] la audiencia, las personas a las que nos dirigimos, los destinatarios de nuestro mensaje. Recuerda la historia del Walkie-talkie: un intercomunicador sin alguien al otro lado es algo aburrido, es un aparato inservible. Lo […]