Relación calidad-precio en el podcast: La búsqueda de la perfección audible
Introducción
No podemos negar que que la tecnología está de nuestra parte y que cada vez es más barato crear un podcast. Y producir audio en general, pero hay una regla que sigue sin cambiar: la relación calidad-precio en el podcast. Lo que sucede es que ahora el estándar mínimo, es decir, la relación calidad-precio en el podcast, ha subido. ¿Qué significa esto? Vamos a verlo.
Todo era mucho más caro
En los años 90, por cien dólares apenas podíamos comprar un previo o un micrófono decentes. Hoy en día, por cien dólares podemos conseguir verdaderas maravillas. Y pensemos que 100 dólares hoy es como 60 dólares en los años 90.
Pero el hecho de que el nivel de entrada para poder comprar equipos decentes sea más bajo no significa que se haya perdido la relación calidad precio. Para conseguir una mejor calidad de sonido siempre necesitaremos más dinero. Y parece que esta ley es invariable, al menos mientras los equipos de audio se sigan fabricando con silicio. Esto debe a las propiedades del silicio.
Estableciendo definiciones para la perfección audible
Cuando decimos que un equipo de audio no tiene buena calidad de sonido, hoy en día ya no nos referimos a que suena mal. No es como en tiempos pasados. Se trata de que junto con la señal de audio, que ya de por sí es bastante buena, le acompaña algo de ruido blanco. O puede que ese sonido esté un poco coloreado, como si estuviera ecualizado o incluso que cuando intentamos sacar todo el rendimiento del equipo, en casos extremos, suene un poco distorsionado. Pero la señal sigue siendo aceptable. Es decir, que cuando decimos que un equipo tiene mala calidad de sonido hoy en día no nos referimos a que suene mal, sino a cuán lejos está de la “perfección audible”.
Con la perfección audible me refiero a una calidad de sonido donde el oído profano ya no pueda distinguir los defectos de la señal de audio. Un oído experimentado o un análisis con espectrómetro podría poner de manifiesto las diferencias matemáticas entre una onda perfecta y una imperfecta. Y lo cierto es que muchas veces, la distancia hasta esa perfección en mínima. Pero el ser humano es así y si sabemos que existe la “perfección audible” vamos a buscarla de forma incesante hasta donde nuestro presupuesto nos deje.
Es necesaria una buena inversión para la perfección audible
Bien, pues para conseguir esa perfección audible es necesario que el sonido no esté muy coloreado, que haya una ausencia de ruido blanco y por supuesto, que el porcentaje de distorsión sea mínimo. Para lograr eso es necesario construir un equipo de alta precisión, muchas veces montado y probado a mano, uno a uno. Y esto, obviamente encarece el precio. Es por eso que aún existe una fuerte relación entre la calidad y el precio.
Todo avanza
La tecnología avanza a pasos agigantados y estamos llegando a los límites del silicio, es decir, estamos llegando al fondo de todo lo que se puede conseguir con este mineral en material de audio y en la electrónica en general. Viendo que ese límite ya está muy cerca, los ingenieros están desarrollando nuevos métodos de mejora artificial a través de software. Dicho de otra manera, estamos empezando a corregir virtualmente lo que ya no podemos conseguir físicamente. Un caso más gráfico es el cine, donde los efectos especiales consiguen aquello que físicamente sería más caro o quizá poco probable de conseguir.
Una fuerte relación entre la calidad y el precio
Así que en los equipos de audio aún existe una fuerte relación entre la calidad y el precio. Incluso si existen técnicas virtuales avanzadas para mejorar el sonido, lo cierto es que en cuanto a dispositivos físicos necesitaremos pagar un poco más para conseguir alguna mejora en nuestro audio.
Afortunadamente, ahora en el siglo XXI, un producto mínimo viable en audio ya tiene una calidad más que aceptable para comenzar con nuestras primeras producciones de podcasting.
El dilema de Behringer
En este contexto donde la calidad y el precio tienen una estrecha relación, hay una marca que ha liderado el desafío de crear los productos de audio profesional más económicos, pero lo suficientemente buenos como para crear una puerta de entrada a los aficionados que comenzaban a adentrarse en la producción sonora.
Esa marca es Behringer. Durante los últimos treinta años, mientras todos los fabricantes del mundo han intentado lograr la perfección audible, la misión de Behringer ha sido hacer el audio profesional accesible a las masas. Esta forma de pensar, radicalmente opuesta ha creado un precedente en la industria y sin duda un posicionamiento que nadie ha vuelto a cuestionar, sea por buenas o malas razones.
La historia de Behringer
La marca fue fundada por Uli Behringer en 1989 en Alemania. A través de un sólido sistema de distribución ha logrado llegar a todos los rincones del mundo haciendo que cualquier persona con un presupuesto mínimo pudiera hacerse con una cadena de audio semiprofesional. Para ello, desde el principio, construyeron todo tipo de dispositivos, como los que ya había en el mercado, pero a precios muy inferiores, prácticamente en el umbral de lo creíble, pero con una calidad más que aceptable. Te sorprendería la de producciones musicales que se han hecho con Behringer y ni lo hemos notado. Eran equipos baratos, eran equipos que coloreaban el sonido y tenían cierto ruido blanco, sí, pero eran aceptables, eran suficiente para comenzar.
Además, su construcción metálica hacía que percibiéramos el producto como algo robusto y duradero. Esto hizo que su nombre estuviera en boca de todos los aficionados al audio en muy poco tiempo. Los productores de música que acaban de empezar por fin podían montar sus estudios con equipos básicos semi profesionales, lo que ya era suficiente para comenzar. Por otra parte, todos los aficionados al broadcasting en los años 90, al streaming de audio en los 2000 y al podcast en los 2010, pudimos comprar un equipo lo suficientemente bueno, incluso si nuestro presupuesto era irrisorio.
Casi las máximas prestaciones por una fracción del precio
Por ejemplo, un previo de micrófono costaba 1000 euros, pero podemos comprar uno de la marca Behringer desde 30 euros. Un enhancer podía costar 2000 euros, pero con Behringer lo teníamos por 300 euros. Si la marca Manley ofrecía uno de sus modelos de ecualizador por 6000 dólares, Behringer tenía uno que no llegaba a los 300. Y así, según en qué dispositivos, podíamos hacernos con un equipo completo por un 90% menos de lo que estipulaba el mercado profesional más elitista.
La percepción de marca: gama baja o puerta de entrada
Pero como ya sabemos, en audio, desgraciadamente, existe una fuerte relación entre la calidad y el precio, por lo que el mercado siempre ha considerado los equipos Behringer como parte del segmento de gama media-baja. Siempre se ha considerado a Behringer la marca blanca de los equipos de audio. De hecho, muchos aficionados que compraban un equipo Behringer pronto comenzaban a aspirar a “algo mejor”, como si despojarse de ella supusiera un paso más en su carrera como productor de audio. Si tenías Behringer aún había en ti algo de amateur.
Diversificación hacia productos digitales
En algún momento Behringer comenzó a diseñar controladores midi y otros productos digitales por los que no pasaba el sonido necesariamente. Es decir, productos que no procesaban el sonido con sus tripas, sino que ayudaban a que otra máquina procesara el sonido. Por supuesto siempre con precios realmente interesantes. En estos casos, donde no había procesamiento de sonido, Behringer era una gran opción. Por ejemplo, un Daw Controller de Mackie o de Icon, podía costar más de 600 dólares, mientras que un modelo equivalente de Behringer costaba menos de 200. Misma precisión, mismas prestaciones, misma configuración… y el sonido no se veía afectado. Fue aquí donde los productores de audio vimos una gran solución para completar nuestra cadena de audio.
La compra de Midas: un punto de inflexión
Behringer seguía vendiendo cada año más unidades, haciéndose más y más poderosa en el mercado. Y fue creciendo hasta que en 2009 The Music Group, el holding de empresas que poseía Behringer, se hizo con Midas, un fabricante de equipos profesionales de audio de alto prestigio. Esto cambiaba las reglas del juego para todos. Al conocer la noticia todos los especialistas en sonido supimos que Behringer dejaría de ser la marca de productos de gama baja para convertirse en un fabricante que reunía lo mejor de ambos mundos, es decir, una relación calidad-precio aún mejor.
El golpe definitivo
El fabricante barato de audio dio un golpe definitivo en el mercado, incluyendo parte de los diseños de Midas en sus líneas de productos básicos. Así, desde hace unos años, podemos encontrar modelos Behringer con diseño de Midas, lo que nos hace suponer una mejora sustancial en la calidad de audio y por tanto, una mejor relación calidad-precio.
Todos estos vaivenes a lo largo de su historia han originado en los usuarios una relación de amor-odio hacia la marca, esa marca que nos permitió poder tener un equipo semiprofesional en nuestros comienzos, pero que no alcanzaba los estándares elitistas con los que soñábamos. Behringer nos ha proporcionado durante años la puerta a todo tipo de equipos a un precio muy reducido y ello nos ha permitido experimentar ampliamente, incluso si nuestro presupuesto era muy ajustado. Pero todos sabíamos que una compra barata nos aportaba una calidad en consecuencia. Ahora ese horizonte de buena o mala calidad parece más difusa con el apoyo de Midas y Behringer sigue afianzando su posicionamiento en el mercado de productos de gama media. Extraordinariamente barato, suficientemente bueno. Eso es Behringer.
Como sabes, en podcasting necesitamos un buen sonido, pero no un sonido elitista. Al fin y al cabo, el master de nuestro podcast acabará siendo un mp3 de calidad media, colgado en un servidor y reproducido en un smartphone de 200 dólares. De nada sirve tener los mejores equipos para luego convertir el resultado en un archivo comprimido. Al menos esto seguirá siendo así hasta la llegada del podcast HQ. Es por eso que Behringer ha estado en boca de todos los podcasters desde el inicio, porque no deja de ser una opción interesante que puede solucionar la parte técnica por un presupuesto muy ajustado, algo antaño inimaginable.
La percepción de la relación Calidad – Precio. La perfección audible
La relación calidad precio en muchas ocasiones puede llegar a ser tan solo un número, es decir, no siempre es algo perceptible. Muchos hablan de la perfección del sonido, pero tal vez, al menos en podcasting, deberíamos hablar de la perfección audible, es decir, de la calidad de sonido que un escuchante profano en audio puede llegar a percibir a través de un mp3.
Puede que nosotros, con nuestros oídos entrenados, podamos oír cierta diferencia entre un dispositivo de alta calidad y otro de gama media. Pero esa diferencia no es tan evidente para un escuchante que ha venido por el contenido, no por la calidad de audio.
Del mismo modo, es posible que nosotros podamos percibir determinados defectos en el master en alta definición, cuando estamos trabajando en nuestro DAW, con unos auriculares monitores profesionales: pero esos defectos quedan mucho más lejos cuando escuchamos el episodio de podcast a través de un mp3 comprimido, enviado a través de bluetooth y escuchados a través de unos auriculares de unos pocos dólares. Por eso, podemos hablar de perfección audible.
Es decir, la capacidad de distinguir los defectos de un audio fuera del contexto de la producción, cuando estamos enfocados en el contenido, no en la calidad de audio y cuando tenemos que juzgar el audio después de que este haya sido mecanizado con un estándar de consumo mucho menos exigente, para que sea más fácil de distribuir.
El momento del experimento
Por otra parte, la perfección audible se vuelve más y más relativa cuanto más subimos el listón. Es decir, cuanto más caro es un dispositivo más difícil es justificar su precio frente a las mejoras percibidas. De hecho hace un tiempo hicimos un experimento que demostraba esto.
Configuración del experimento
Realizamos una grabación de voz con dos micrófonos. Uno de ellos costaba 100 euros y el otro costaba 600. Nadie pudo decir cuál de los dos era más caro. Había una diferencia en su sonido, es decir, sonaban distintos, pero nadie podía decir que uno sonase peor que el otro.
Luego hicimos otra prueba. Volvimos a realizar una grabación con otros dos micrófonos. Uno de ellos costaba 20 euros y el otro costaba 600. Y aquí sí, la mayoría de los encuestados pudieron notar la diferencia entre el micrófono más caro y el micrófono más barato.
Llevando al experimento al siguiente nivel
Pero fuimos un poco más allá. Dividimos a los encuestados en dos grupos. Al primer grupo les dimos la información real, es decir, les indicamos con qué micrófono habíamos hecho las grabaciones en realidad. Al otro grupo le dimos la información opuesta, es decir, les dijimos que una grabación había sido realizada con el micrófono de 600 euros, aunque se había hecho con el de 20. Y viceversa. Lógicamente todo el mundo valoró el micrófono de 600 euros por encima del micrófono de 20 euros, porque había una diferencia de audio perceptible.
Algunos resultados interesantes
Aquellos que tenían la información correcta, es decir, que el micrófono costaba 20 euros, le dieron una puntuación de 31 sobre 100. Pero aquellos a los que se les dijo que el micrófono costaba 600, a pesar de lo mal que sonaba, le dieron una puntuación de 51 sobre 100. Es decir, solo con indicar que el micrófono costaba mucho más dinero ya tuvo una puntuación aceptable. Y era un micrófono de 20 euros, que suena realmente mal.
Lo mismo sucedió con el micrófono más caro. Los que tenían la información real valoraron el micrófono un 10% por encima de aquellos a los que se les dijo que el micrófono era barato. De aquí y de otros muchos experimentos que se han hecho sobre el sesgo del precio, podemos concluir que no todo lo que es caro tiene que coincidir con la calidad que nos ofrece. Si nos dicen que es caro esperamos que el producto nos ofrezca una calidad acorde con esto. Pero no solo eso, sino que con un micrófono con una evidente mala calidad, aún hubo un sesgo importante, tanto como para que fuera aceptable si se les decía que era lo suficientemente caro.
De todo esto deducimos que en realidad no somos tan buenos como querríamos a la hora de discernir si un equipo es bueno o malo para nuestro podcast.
El límite de la perfección audible
Pero aún hay más. Aunque tuviéramos unos oídos infalibles y pudiéramos saber de forma objetiva la calidad de audio en un equipo, tendríamos otro problema: Una vez llegados a cierto punto en la calidad del equipo, la cantidad de dinero para mejorar la calidad de sonido se incrementa exponencialmente. Es decir, que a niveles de calidad bajos, con un poco de dinero la calidad de sonido aumentará de forma evidente. Pero llegados a un cierto umbral, hay que empezar a invertir mucho para llegar a mejorar algo, un algo que ni siquiera es perceptible por el consumidor.
Gráfica de comparación Calidad – Inversión
Para ilustrar este ejemplo hemos realizado una gráfica basándonos en el precio de algunos micrófonos y las opiniones en diversos foros y tiendas online de cada uno de ellos. Mezclando toda esa información hemos podido elaborar esta gráfica que muestra lo que cuestan los micrófonos y lo que los usuarios perciben de ellos.
Hemos acotado las escalas de precios a todo lo que ofrece el mercado, desde cinco euros como precio representativo del micrófono más económico, hasta los 12.000 euros que costaría un Telefunken C12, que digamos es el micrófono más caro del mercado. Puede haber micrófonos hechos a mano, con modificaciones o reliquias que por circunstancias pueden costar más, pero vamos a decir que en el mercado comercial 12.000 euros es el límite.
En cuanto a la calidad hemos creado una escala de 0 a 100, dependiendo de las opiniones relativas de los usuarios, es decir, teniendo en cuenta el precio. Por ello, digamos que un micrófono que cuesta 3 euros obviamente no va a cumplir las expectativas y tendrá una puntuación próxima a cero y por otro lado un micrófono de 12.000 euros, que es como el santo grial para cualquier ingeniero, representa el máximo de puntuación. Vamos a ver qué ocurre en medio, entre el 0 y el 100.
La evolución de los precios en la calidad de audio
- 0 a 100 euros: Podemos comprobar que la curva al inicio no se anima mucho, es decir, que con micrófonos por debajo de 100 euros. obtenemos una mejora interesante, lo cierto es que el dinero invertido no se amortiza muy bien. Es a partir de los 75 euros donde vemos que obtenemos mejor calidad de sonido por cada euro que invertimos.
- 100-200 euros: Entre los 100 y los 200 euros esa curva se acelera, vemos que obtenemos más por nuestro dinero. Aquí podemos ver micrófonos como el CAD GLX2100, el PodMic de Rode o el Aston Origin. Llegados a este punto parece que la relación entre la calidad y el precio se estanca un poco, porque lo cierto es que todos los micrófonos entorno a este precio ofrecen características similares. Es en esta meseta de precio donde encontramos micrófonos muy adecuados para podcasting. La calidad es muy buena, son robustos y pueden durarte toda la vida si los cuidas bien.
- 200-500 euros: Si seguimos avanzando la siguiente gran subida nos la encontramos entorno a los 400 o 500 euros porque es aquí donde nos encontramos con otro conjunto de micrófonos muy interesantes y donde rebasamos los 25 puntos. Bien, aquí es importante mencionar que para hacer podcasting no necesitas ningún micrófono por encima de los 25 puntos, es decir, que todos los micrófonos que están por encima de esta línea comienzan a ser algo excesivo para hacer podcasting. ¿Por qué esto?
Las razones por las que un micrófono puede ser demasiado
- Como poder puedes hacer podcasting con cualquier micrófono de esta gráfica, pero es una inversión que no va a suponer ninguna mejora para tu podcast. Recuerda que el podcast se distribuye en archivos mp3 que es una tecnología que comprime el sonido, haciendo que se pierda parte de la información. De qué sirve entonces un micrófono carísimo, que es capaz de captar todos los matices de tu voz si luego vamos a perder todos esos detalles a través del mp3. Por otro lado, aunque no fueras así, recordemos que los escuchantes tienen auriculares Hi-Fi, no auriculares de estudio o de alta gama, con lo que aunque el archivo fuera de alta calidad seguirían sin poder captar los detalles que ofrece un micrófono de alta gama.
- Por otra parte, a partir de este punto los micrófonos dinámicos comienzan a escasear. Lo que tenemos a partir de esta zona son micrófonos de condensador, que necesitan un estudio insonorizado con una acústica especial para poder rendir con todo su potencial. Y seamos realistas, la mayoría de podcasters no tiene ese tipo de estudios.
Subiendo la apuesta
- 500-1000 euros: Si seguimos con nuestro recorrido verás que en los 700 euros se produce una subida importante. Aquí podemos encontrar modelos de micrófonos realmente interesantes.
- 1000-2500 euros: Y ahora viene la mejor parte. Entre los 1000 y los 2500 euros se produce una mejora sustancial porque en ese rango están los mejores micrófonos del mercado en relación calidad precio. Ahí puedes encontrar los micrófonos que suelen tener la mayoría de estudios de sonido profesionales. Como digo, se trata de micrófonos adecuados para aplicaciones más exigentes, mucho más allá del podcasting.
- 2500-12.000 euros: Y por último tenemos el segmento por encima de los 4000 euros. Fíjate que a partir de aquí la línea es prácticamente plana porque ya no hay posible mejora. A estas alturas estamos ante micrófonos hechos a mano, con cápsula bañada en oro, tal vez con válvulas de vacío y otras muchas características que los convierten en los mejores micrófonos del mercado.
Lo más importante de esta gráfica es ver cómo las características y las opiniones de los usuarios van subiendo de forma más o menos pronunciada, mientras que llegados a un cierto punto la mejora es prácticamente imperceptible. Eso mismo que vemos en la parte superior ocurre de alguna manera en la parte inferior de la gráfica, donde vemos que no por invertir más dinero podemos mejorar el micrófono. Y como decíamos hay un punto en el que por mucho que inviertas nadie lo va a notar. Una vez más, no por tener mejor técnica tendrás un mejor podcast.
Conclusión
En podcasting, la técnica suma hasta un punto; a partir de ahí manda el contenido. La relación calidad-precio existe —y conviene aprovechar su tramo dulce—, pero perseguir la “perfección audible” más allá del umbral práctico solo encarece sin aportar valor real al oyente. Invierte en lo que sí se nota: un micrófono fiable, un entorno mínimamente controlado, una edición limpia y, sobre todo, una buena historia. El resto es vanidad técnica. Tu público no te premia por el oro de la cápsula, sino por lo que cuentas y cómo lo cuentas.